Hasta
hoy, el oro era el único activo en la actualidad que desde su
descubrimiento como elemento de valor limitado, divisible y
transportable se sigue conservando y protegiendo dentro de cajas
fuertes.
Nos encontramos ahora frente a un nuevo
paradigma de valores, con una fuerte presencia en los mercados y una
tecnología subyacente digna de entender: los criptoactivos.
Y como ha pasado con el oro desde tiempo
atrás, los criptoactivos son elementos con suficiente valor como para
estar en el punto de mira de bandidos (con bandanas y a caballo o
capuchas y teclados), por lo que es imprescindible hablar de cajas
fuertes o, lo que es lo mismo, la custodia de dichos activos.
¿Cómo se ejecuta la custodia?
Para entender cualquier modelo de custodia de criptoactivos es necesario conocer un concepto criptográfico muy sencillo: el par de claves.
Ya que el criptoactivo es en esencia un
registro virtual en una red online (Blockchain) la manera más óptima de
poseerlo y operar con él es a través de un par de claves. Una clave
pública que nos servirá a modo de identificador y una clave privada que
nos servirá de contraseña. De esto deducimos que la clave privada “es”
el criptoactivo y por lo tanto esas claves privadas conforman el objeto
de robo de algunos usuarios en la red.
Modelos para proteger las claves hay muchos,
y no es objetivo de este texto explicarlos en detalle, pero básicamente
se busca el equilibrio entre dos conceptos: la seguridad de las claves y
la flexibilidad operativa que podamos tener con ellas. Es decir, tener
las claves más “cerca” de internet para ser ágiles es algo que, en un
principio, compromete su seguridad.
¿En qué se traduce esto? Volvamos al símil
del oro: si fuese un banco, de nada me serviría tener la caja fuerte más
segura del mundo si para abrirla necesitase de tres días con sus tres
noches o si para hacer el proceso más ágil la caja fuerte estuviera
abierta y accesible a cualquier.
Si trasladamos esta reflexión al escenario
actual, nos encontramos con entidades y sistemas que realizan millones
de transacciones diarias en un entorno lleno de bandidos sin caballo.
Por lo que, para defender estas claves, el objetivo no debería ser
discutir sobre qué combinación de modelos y en qué orden mantendremos
este equilibrio, sino tener la caja fuerte que nos permita
operar en tiempo real y en un entorno de máxima seguridad. La mayoría de
los bancos cuenta con ello y lo desconoce.
Modelos de custodia, MPC y MultiSig
Teniendo todo aquello en cuenta, la custodia
de los criptoactivos es el presente de la economía digital. Disponer de
un lugar seguro en el que almacenar las criptomonedas es fundamental
desde el punto de vista de la asunción de menores riesgos. El trabajo en
esta línea es cada vez más profundo. Pero ¿qué tecnología es la que se
encuentra detrás de ella?
Los custodios de activos digitales
técnicamente no almacenan los activos en sí, ya que estos son puramente
virtuales y todos los datos y transacciones existen en un registro
público, la blockchain. No obstante, lo que custodian son las claves
privadas que dan derecho sobre los activos digitales asociadas a otras
claves, que en este caso, son públicas. Estar en posesión de dichas
claves privadas equivale a poseer el activo digital en sí.
Para muchas instituciones financieras, la
auto-custodia es esencialmente imposible debido a las regulaciones y las
obligaciones legales que definen sus responsabilidades; por esto los
custodios de cripto activos son esenciales para la adopción generalizada
de este tipo de activos.
En la actualidad, hay varios enfoques para proteger las claves privadas. Mientras las wallets o carterascalientes están
conectadas a Internet y, por lo general, contienen solo los fondos
suficientes para la operativa inmediata de los clientes, las wallets frías,
que contienen la mayor parte de los fondos, nunca se conectan a
Internet y, a menudo, están físicamente aisladas, lo que las hace
significativamente más seguras que las wallets calientes.
Las empresas que utilizan una combinación de
ambas soluciones suelen hacerlo para obtener cierto equilibrio entre la
accesibilidad y seguridad, sin maximizar ninguna de las dos. Aunque es
difícil argumentar que el uso de una combinación de wallets calientes y frías
a menudo es mejor que usar uno u otro modelo por sí solo, esta
configuración aún presenta ciertos inconvenientes y limitaciones para
las empresas en rápido crecimiento.
¿Cuál es el futuro de la custodia de los criptoactivos?
Hay soluciones entre las que se encuentran
algunas como MultiSig (multifirma) y MPC (Multiparty Computation) que
requieren de más de una clave y firma para el movimiento de los activos
digitales.
Esto evita que una sola persona sea
responsable de proteger la clave privada con el riesgo que ello
conlleva, sino que tengan que ser siempre varias personas o sistemas,
pudiendo estar en distintas localizaciones y jurisprudencias, los que
tengan que ponerse de acuerdo para mover los fondos.
Con este tipo de sistemas, los clientes se benefician de una seguridad y una flexibilidad que superan con creces las del almacenamiento en frío, al tiempo que abren la puerta a una gestión de activos digitales más escalable.