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Evolución de las relaciones

Antes de la llegada de la transmisión de datos por internet, las comunicaciones eran costosas y difíciles de realizar. Y el contacto con personas que vivían en zonas remotas suponía un desafío. Muchas de las relaciones se basaban en la fortaleza de la confianza.

Recuerdo las alocuciones telefónicas donde una voz mecánica decía: «El usuario no está disponible». Y, sin más trámite, la llamada se cortaba. Así que, mientras esperabas para volver a llamar, imaginabas dónde, con quién y qué estaba haciendo esa persona.

Tres décadas han bastado para que la inagotable capacidad de la tecnología digital irrumpa y transforme a “ese usuario no disponible” en un ser hiperconectado. Ahora las comunicaciones son instantáneas, ubicuas y multiplataforma. Y la forma en la que nos relacionamos, comportamos y pensamos ha cambiado.

Revisar el feed de Instagram, el timeline en Twitter o las publicaciones en LinkedIn antes de desayunar se ha convertido en un hábito para muchos de nosotros. Según el informe Digital 2022, un 87,1% de la población española invierte casi 2 horas diarias en redes sociales. Conformamos una región con 40,7 millones de usuarios de aplicaciones de mensajería instantánea para estar conectados con familiares, amigos y compañeros de trabajo.

En este nuevo paradigma las redes sociales han dejado de ser meras herramientas de comunicación para ser vectores de influencia social y catalizadores de nuevos modelos de negocio.

Las plataformas online más utilizadas conforman una larga lista que puede variar según la región y el público objetivo:

  1. Redes sociales: Instagram, Facebook, Twitter, TikTok
  2. Mensajería instantánea: WhatsApp, Telegram
  3. Video llamadas: Zoom, Skype, Google Meet
  4. Juegos en línea: Fortnite, Minecraft, LOL

Facebook fue fundada en 2004 y es la red social más grande con 2.958 millones de usuarios activos.

YouTube es la plataforma líder para compartir y ver vídeos. Sus más de 2.500 millones de usuarios activos también la emplean como buscador.

Instagram es la red social donde 2.000 millones de usuarios activos comparten fotos y vídeos.

WhatsApp. La popular aplicación de mensajería instantánea con 2.000 millones de usuarios activos.

TikTok. La aplicación favorita entre adolescentes para compartir vídeos cortos que tiene 1.000 millones de usuarios activos y más está creciendo.

WeChat es, con sus 1.300 millones, de usuarios activos la aplicación de referencia en Asia.

Twitter es la plataforma de microblogging por excelencia. Sus 556 millones de usuarios activos pueden compartir mensajes cortos y actualizaciones en tiempo real.

 

Impacto en las relaciones

La forma en la que interactuamos las personas ha cambiado para integrar un entorno virtual. Llegando en muchos casos a un desequilibrio donde las relaciones cara a cara pasan a un segundo plano. Y el impacto en la privacidad y la seguridad personal es real.

Representación de las relaciones actuales donde padre e hijo están juntos pero sin interactuar

Por ejemplo, los dispositivos inteligentes han penetrado en hogares y lugares de trabajo suponiendo, si no se toman las precauciones debidas, una invasión de la intimidad. Incluso cuando estamos en la calle, viajamos en medios de transporte o accedemos a edificios públicos, somos objeto de vigilancia no solicitada que, aunque legal, puede en muchos casos afectar a nuestra información y exponer nuestros datos.

Además, la salud mental va a depender mucho del uso activo o pasivo que hagamos de las redes sociales. Uso activo como puede ser el intercambio de mensajes privados o escribir un post. Mientras que el uso pasivo se refiere a observar la actividad online de los demás sin llegar a participar en una conversación directa.

A largo plazo, esta segunda opción de uso perjudica a la salud. Aunque en general, cuantas más horas pases delante de una plataforma online más probabilidad tendrás de desarrollar aspectos negativos como:

  • Adicción a la tecnología y la pantalla
  • Pérdida de habilidades sociales e interpersonales
  • Dificultad para establecer y mantener relaciones significativas
  • Aumento de la comparación social y el aislamiento
  • Aumento de la exposición a la información falsa y la desinformación
  • Interrupción de la atención y la capacidad de concentración.

Síntomas que se agravan cuando es un menor de edad el que participa de estas redes sociales. Y que en muchos casos se materializa cuando reciben su primer teléfono móvil. Un regalo que debería incluir una guía como la que la Agencia Española de Protección de Datos lanzó para la campaña Más que un móvil.

El debate entre si estas tecnologías son perjudiciales o hacen que avance la sociedad continuará. Y nuestro compromiso colectivo empieza por ser conscientes de cómo interactuamos con las redes sociales y ser responsables a la hora de participar en el mundo digital.

Identidad y vida privada en las redes sociales

Sin embargo, el gran poder de convocatoria que logran las plataformas es innegable.

Por ejemplo, el salto de Felix Baumgartner desde 39.000 metros de altura. El famoso Space Jump congregó a 8 millones de personas en YouTube que esperaron con paciencia para ver cómo rompía la barrera del sonido.

O los eventos en directo que ofrecen plataformas online como Fortnite. Donde millones de jóvenes se citan con otros jugadores, que han conocido en esta forma de metaverso, para asistir a conciertos como el de Mashmello, Travis Scott o Ariana Grande.

Experiencias que se quedarán en la memoria de muchos jóvenes como su primer concierto virtual, pero que para ellos fue muy real. Ya que, desde la intimidad de su casa, pudieron compartir y comentar cada momento en vivo.

Debe ser este el motivo por el cual la industria de los videojuegos factura más que el cine y la música juntos.

Pero las experiencias de comunicación en las redes sociales no se circunscriben al ocio. Todo lo que compartes en internet es objeto de escrutinio. Si no, que se lo digan al primer ministro británico que fue multado por aparecer sin cinturón en su vehículo mientras publicaba un vídeo en Instagram.

Las relaciones amorosas tampoco se escapan de esta nueva manera de interpretar el mundo. Las maneras de ligar se ven moldeadas por las nuevas tecnologías. Incluso, cuando ya tienes una pareja y observas que no hace publica vuestra relación en las redes sociales, puedes llegar a la suspicacia de que algo está pasando.

El debate entre si estas tecnologías son perjudiciales o hacen que avance la sociedad continuará. Y con él las maneras de relacionarse en el futuro seguirán cambiando. Sólo tenemos que asegurarnos de que evolucionen a mejor.