¿Recuerdas cuándo fue la última vez que has
consultado el manual de un producto informático? ¿Imaginabas que podrías
acceder a Internet desde casa con una velocidad superior muchas veces a
la que encuentras en una oficina? ¿Pensabas que sería posible confirmar
tu declaración de la renta por el móvil?
En un proceso que no
hará otra cosa que acelerarse, “lo digital” se integra con creciente
naturalidad en nuestras vidas. La simplicidad reina. Características e
innovaciones nacidas en el ámbito de la informática de consumo entran en
el mundo de la informática corporativa, haciendo que las diferencias
entre ambos espacios tiendan a diluirse. Es el proceso que se ha llamado
la “consumerización” de las TICs.
Ahora bien, un entorno
tecnológico más y más “sencillo” no es nada fácil ni simple de
conseguir. Es, más bien, lo contrario. Cada espacio de sencillez que se
gana al final del proceso tiende a aumentar el grado de complejidad que
debe gestionar la infraestructura que lo soporta para que todo funcione
adecuadamente.
Para entenderlo, basta con pensar en el tipo de
entorno y en los requerimientos a los que tienen que hacer frente hoy
las infraestructuras tecnológicas de empresas e instituciones. Entre
2005 y 2020, el universo digital de datos se expandirá 300 veces,
pasando de 130 a 40.000 exabytes de datos. Cada año y medio, las
necesidades de almacenamiento de las organizaciones se duplican. Los
dispositivos móviles son ya el primer punto de acceso y generación de
datos.
Cada día entre todos los usuarios de dispositivos móviles
en todo el mundo, generamos una media de 5 petabytes de datos, lo que
equivale a la información contenida en formato papel en unos 400
millones de cajones de archivadores de oficina.
Es un gran e
ineludible desafío para las infraestructuras IT de las empresas. Del
mundo altamente controlado del centro de proceso de datos tradicional,
los responsables de tecnología tienen que afrontar ahora la
interrelación con un mundo exterior poderosamente digitalizado,
heterogéneo, incierto y fluctuante (2.000 millones de personas y
billones de dispositivos interconectados en Internet) y tienen también
que responder a las crecientes peticiones de departamentos en potentes
procesos de digitalización, como el de marketing; o de áreas de negocio
que esperan más valor y con mayor rapidez de los datos que gestiona; o
de empleados que quiere utilizar sus propios dispositivos para
interactuar con la infraestructura de la empresa.
¿Qué implica
todo eso? Implica tener que repensar y reconfigurar las infraestructuras
tecnológicas. Tienen que estar diseñadas para responder de manera
integral a un entorno tecnológico basado en tres necesidades clave:
completamente preparado para cloud computing, dotado en origen de
avanzadas capacidades analíticas y garante de los máximos niveles de
seguridad.
Es un nuevo modelo tecnológico para una nueva época.
Es el entorno Smarter Computing. Seguramente sólo oirás a IBM hablar de
él. Seguramente porque no hay otra empresa capaz de responder a todo lo
que implica y representa. Dejando los conceptos puramente tecnológicos a
un lado, smarter computing consiste en ayudar a las empresas a
construir unas infraestructuras tecnológicas capaces de responder a su
nuevo gran desafío: ir más allá de la gestión de datos estructurados y
procesos de back-office para empezar a adaptarse al comportamiento de
las personas.
El ser humano: nada tan natural y sencillo. Nada
tan complejo y apasionante para el nuevo horizonte de la tecnología
empresarial.